miércoles, 2 de septiembre de 2009

Atención!

La escena internacional está alarmada o no sale de su asombro o se le llenó el culo de preguntas. Atónita e impedida de cualquier gesto, asiste a la escena y su estupor al revisar la noticia se vuelve, cada vez, una amenaza mayor. La novedad habría estado circulando desde hace meses en la cabeza de algunas niñas que de a poquito y con impaciencia se van despertando del letargo en el que yacían de un tiempo a esta parte. El titular del matutino de mayor tirada del país rezaba: No sólo serían los Grandes Relatos los que se caen.
Luego de que aquellas teorías colosales que servían para explicarle al hombre su devenir hayan sido declaradas insuficientes, también esas certezas personales con las que cada uno cuenta para resolverse en la cotidianeidad más mínima y en los momentos en que se abraza al universo entero, se están despegando de su sitio para correr lejos.
Otro cantar. Un clavo saca otro clavo. Capaz, pero igual lloro. ¿Y si las lágrimas fueran la lluvia que no se decide a visitarnos un día o varios? ¿Será que a ella también le da pereza moverse, pero en cuanto se atreve quiere quedarse un tiempo y algo cambiar?
Todo será frágil e irrefrenable por algún tiempo: los malos modos, las espadas, las equivocaciones, los alfileres, lo postergado, una pistola sin estrenar, lo mal dicho y lo mal hecho, los cuchillos, las malas interpretaciones, las discusiones y los reproches, las dagas que caerán una por una hacia el cuerpo sin música.
Mejor alejarse un poco, mirarlo de lejos y pensar que, por la parte más hermosa de lo humano y fatal, amaremos por siempre ese dibujo malogrado.