sábado, 5 de octubre de 2013

Granalegría

La niña es muy lista, eso hay que decirlo. Su presencia burla las palabras, pero la hacemos hablar, es nuestro instinto. Está junto al mar y la montaña la acuna también. Quizás sea, incluso, todo lo que nace al verla. Su cercanía viene con la fuerza de las primeras horas de la mañana. Es un hermosismo. Un fruto con todos los colores. Lo visto al final de la calle: el movimiento de las hojas del plátano blandiendo en una pared, entre dos edificios, con el sol rosado de las 7 de la tarde. Y volvemos a hablar por ella, no es nuestra culpa, somos adultos, apenas.

jueves, 3 de octubre de 2013

Eso de hacerse leer uno o vivir la vida dos veces.

Vivo el tiempo de mi vida cuando sueño que escribo. Cuando veo con la sensación de estar viendo yo sola lo que está ahí para todos. Es como vivir en un sueño por unos días. La sensación de vivir escribiendo. Me hago el café con leche y escribo, y hago las compras en el supermercado y escribo. Y salgo al lavadero a ver las plantas y escribo y me inclino, entra las macetas de abajo y las colgantes y escribo. Y paso la mirada por las paredes grises del baño contra los artefactos celestes y escribo, y busco el lápiz labial en el medio del caos cotidiano y escribo y hablo por teléfono con mi papá y me cuenta de la fiesta del club y que apenas pudieron contra el frío y escribo. Y me junto con María y me pregunta por mi casa y y le cuento de la sentencia inapelable del sostenedor de cortina que no aguanta, que se cae, no queda tenso y escribo y le sigo contando de la alienación que me produce una tarea, así de manual como encargarse de que la puerta vuelva a su color natural, que los zócalos se pongan blancos, que la pared quede lisa para ser pintada y escribo. Y pienso, que nada de eso importa, que deberíamos estar hablando de lo que nos separa del mundo, pero no lo digo, y escribo. Propongo volver en bicicleta, yo pedaleando y ella sentada en el asiento, sí, yo el culo al aire, sin apoyarme, le digo y escribo. Y ella me dice que no, que nos vamos a caer.

Los hallados (Todo lo que tuve hasta el final eran sus voces)

Sista1: holaaa, cómo están? Sista2: biennn, tanto tiempo y vos? Sista1: todo bien. Me voy para Chacarita. Broda: Chaca. Sista1: sí, estamos en el proyecto de la cooperativa. Dando capacitaciones para las organizaciones de base. Sista2: al lado de la Estación? Querés? Estamos con un proyecto de panadería, hacemos pan y budines. Como sobró uno me lo traje. Sista1:Sí, es como cruzando, donde están los galpones. Broda: yo tengo reunión de la comisión y después tengo que rendir. Y la Ori se va para el trabajo. Sista2: estoy en el jardín, en Mendoza y Olazábal, me queda cerca la facu, pero justo hoy no voy. Y Santi? Sigue ahí? Sista1: sí, pero ahora se va. Se va a Córdoba. Vino, seguía cursando, pero se daba cuenta de que se estaba quedando mucho. Después viajó a un encuentro y decidió que se iba para allá. No ve resultados y se enoja. Sista 2: Pero la militanicia de base es así, vos no vas a ver resultados de un día para el otro. Vos no cambiás la cabeza de un día para el otro. Ni en dos años, ni en tres. Ni vos lo vas a ver… Broda: Y sí, es difícil. Mi hermano también estuvo allá. Se quieren ir, mi cuñada hace yoga. Sista 1: ellos viven en el caserío, que es como un barrio cerrado. Piensan que esas casas están porque tienen que vivir ahí. Se toman 3 bondis para venir, desde Zárate… Sista 2: A qué parte de Córdoba se va? Sista 1: A Ca…Capilla del Monte. Sista 2: ah! Donde está el Uritorco. Sista 1: sí, llega y tiene que ver dónde se instala. No tiene nada, no sabe qué va a hacer. Broda: es re lindo allá. Sista 2: es re lindo alla, sí. Broda: el sábado es mi cumpleaños, venite, en los de Marcos. Va a haber de comer, todo. Y Karaoke.

martes, 1 de octubre de 2013

Lo que quise decir cuando R. me contaba de su reciente separación

Me gusta más el cielo, por su insistencia, o su persistencia. Aunque, quizás sea Que no le queda otra opción, digo, dado que es cielo.

domingo, 29 de septiembre de 2013

King Kong

Estabas de espaldas a mí, y yo sentada. Y me dio vergüenza. Y salí del sitio. Tan pequeño era, para todo lo que allí pudiera caber. Entonces estabas solo, y fui a saludarte. Dije un chiste. Nada mal, pienso ahora. Me diste la razón o te reíste apenas. Hablamos. Veinte líneas habrán sido. Y a cada cosa que yo mencionaba, todo se arruinaba. Te hacías más grande, como algo que crece, desde abajo, amorfo al principio, inmediatamente estabas igual de amorfo, seguías creciendo, y yo: cada vez más cayéndome por la espalda, contra tu forma inmensa, que me aplastaba casi, me volvía pequeña, era puro ojos asustados, puro corazón desnudo. Hasta que dijiste eso de la pereza que te daba volver para saludar y partiste. Me junté toda y volví a casa, casi por donde había ido. Y no te vi nunca más.

Jujuy

Empiezo diciendo como un bebé: Poncho puna Abrazo tu cuna. Me gusta ese abrazo Hacia los sitios que aguardan el próximo día Con el mofarse de ser una intensidad plena. Desde aquellos días, Hay otra idea en mí de la tierra, los colores y sus frutos. De donde el río suena Guardo una foto: vos y un perro del lugar, contra uno de los postes en el camino de piedr Los colores también los conservo A veces se asoman, incluso, con la mirada cansada. Me abrazo a ese viento de los cerros infinitos, A los hilos de la bandera bordada que está en el Palacio. A la verdad de esas palabras que se dicen con “r” arrastradas. Esa misma verdad que tu piel guarda. Para cuando el amor se calle, será mi regreso.