martes, 10 de agosto de 2010

La más trash de las Ingalls (txt para Jueves Malditos 05/08/2010)

Oh, sí. Una pesadilla. Una pesadilla espantosa. La señora Oleson arrojaba pedazos de pollo a un sucio sótano. Mi camisón blanco estaba lleno del fango que había como piso. La señora Oleson decía palabras duras, mientras de un balde tomaba los trozos del animal cocido sin amor y me los arrojaba. Mi culpa era inmensa. Me llené de llanto. Le rogué hasta la punta de las trenzas, que ya terminara con tanto desprecio.
Mi padre vendría a rescatarme de un momento a otro. Ese pensamiento era mi consuelo. A mi padre no le importaba la billetera abultada de Oleson, le bastaba con vernos sonreír a mí y a mis hermanas. Me hubiera gustado torcer la pluma y contar la historia que nos encontrase en vestidos más ajustados, portaligas, de juerga más seguido, visitando alguna que otra tabernita once in a while...
Pero me mandaron de maestra: esa habrá sido mi segunda pesadilla,
en vez de pollo ¡niños!
arrojados al aula como si yo hubiese tenido la idea de parirlos.
Lo que me cuesta cada conversación con esos aprendices de súper burgueses, ¡insolentes!
no saben nada de no morder más que pan y tomar sopa insulsa,
tienen moños de mil colores para elegir toda la infancia.

Aquí estoy señora Oleson! Le hubiese dicho…venga a verme cuando quiera, sí, soy la regenta de este burdel, Nellie es la puerta 8! Le hubiera durado lo deforme en la cara hasta hoy día…Ah! No podrá venir, no podrá hacerlo: su hora ha pasado, o peor, no pasa nunca. Voy a la verdulería y pienso en ella, cada vez que una vieja abre su bocota para espetarle al mundo su cosmovisión atrasadora.
Les queda poco tiempo, pienso casi siempre.

Rescatate, Laura, me gritan los otros pensamientos que se enfrentan a este.
No puedo, o no quiero,
cuando se me sube así la furia incandescente, me ahoga el pecho en el medio de la garganta, como un aire contenido ahí, un rato bien profundo.

Además… estoy grande… con suerte me casaré con un hombre honrado y mi existencia serán muchos días más en esta chismosa aldea, sin sobresaltos.

Mi hermana: ciega y todo, se puso de novia y se casó. Medio afónico estaba el gallo que cantó, porque le tomó un tiempo, pero… se fue de casa.

Yo, en cambio, con esta historia de amor en la cabeza. Sólo en la cabeza. Nos vemos, sí, pero… nunca pasa nada. He perdido la ilusión. Cada baile, todas las piezas se suceden una detrás de la otra para apartarnos a las esquinas opuestas del salón todo el condenado tiempo. Ensayo frases más o menos cursis para contarle en palabras todo esto que ya es …lumbre más lumbre menos… inocultable … ¿No debemos expresar los sentimientos acaso? Y la idea del amor como ese estado de pureza que nos devuelve a la Humanidad, redimidos…? Pocas veces quiero entender que nunca podré decírselo.
-No, Laura, sabes que él ya tiene dueña. Retumba Mery en mi cabeza.
Todas las noches, mi camisón estremecido contra la piel ardiente de sólo pensarle. Los corazones latiendo al borde de salirse de su sitio cada vez, en la mirada. Todos estos años contados en intercambios de frases de amor silenciado. Como un río que corre con fuerza torrencial mientras algunas palabras dulces se posan para que las escuches y nos miremos, acaso sonriamos, y nada más.
Todos los besos guardados debajo de la almohada, los paseos bajo el sol, los almuerzos debajo de los árboles, tu mano en la mía, tu caricia en la mañana mientras arreglo mi pelo frente al tocador…
Esto soy: de la pesadilla al sueño de nunca acabar y ya van...30 años!
¡Invoco para tí la mitad del frío que corre en el instante en que acudes a mí con la mirada!
En estos inviernos me acuesto temprano a esperar al sueño con una novela entre mis manos y a veces escribo. Lo mío es… la narrativa confesional, femenina, caprichosísima.

Derroche en texto de esos abrazos extendidos al vacío, co rru gándome la espalda con las manos mientras sueño que eres tú el que me suspende en el aire.
Estaba eso del truco de arrojar monedas en la fuente para pedir los deseos imposibles, pero… acá hay sólo aljibes.
Sigue la duda de si no te fijas en mí, simplemente, o no lo haces pues sabes que no debes.

Con la esperanza trunca sobre los hombres, digo los hombros, me entrego al descanso. Basta de ensueños, pero...si hasta recuerdo el día en que fui hacia el árbol y con una piedra tallé tu nombre junto al mío. Ahora, es una rama caída.

¿De quién era esa cumbia que dice: Otra, otra noche otra…?

Alzaré una copa de whisky en cuanto pueda…
y a festejar que estoy viva y la intensidad con la que siento, excediendo el yugo de la cotidianeidad, el desamor y la sensualidad que el sistema nos arrebata.

Cierro el clamor de esta madrugada:
no me juzguen de forma tan severa,
habrá menos fiebre
la próxima vez que el cuerpo vaya hasta las palabras.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Pá,

¿hasta cuántas veces es empezar de nuevo?