miércoles, 2 de noviembre de 2016

Ellos no lo saben, pero estoy bañada en poesía y los miro.

Me preguntan si estoy preocupada por el trabajo, si tengo novio. Confunden mi peluca punk con un disfraz de gallo. La que se sienta enfrente mío habla desde que empiezan las horas más contadas hasta que terminan. No me habla a mí en general pero en un momento insiste: -“Anoche estuvo bien, Hice milanesas con puré y hubo café.” Atrás mío está el Tano, Escucho que tiene 2 mujeres a la vez, pero no se casa con ninguna. Baja a fumar a eso de las 11 y entonces cuando bajo yo le pregunto si afuera está frío. Una vez le pedimos que nos saque una foto y conseguimos una imagen de sólo los muslos de Karen, movida. Otra vez pasé frente a sus escritorios y Stella le preguntaba a él: -¿Nunca te quiso cambiar? Karen habla siempre de Ana Paula que es su novia, que se pone pesada, que le dice que la extraña, que se gastó $400 en comprar menúes de matambre a la pizza porque una noche le comió una palta y la novia se enojó. Tengo ganas de preguntarle, si las chicas son iguales que los chicos que escuchan sólo su deseo.