jueves, 22 de octubre de 2009

Luego existo

No quiso pisar el suelo ese día,
pensó que mejor flotarlo.
vio por la ventana un buen rato,
con el mentón pegado al vidrio,
comenzó un juego con las figuras que el vapor le regalaba.
Había cierta tranquilidad en las canciones
había que burlar la distancia
En la percepción de las horas habría la prisa
Un vestido azul eléctrico y con brillo para su piel blanca y con pecas.
Quiso fresas, almendras y un rubí.
Una inmovilidad lograda, apenas, frente al espejo y con el rimmel en la mano
Un abrazo infinito siempre a punto de alcanzarla
La lumbre en los ojos buscando
ese pedacito de certeza,
como bordada a la belleza de ese instante.
Malabarismo sentimental.
Atleta de lo imperfecto.
Mordisco siempre al vacío.
Aún sueña con gusto a maracuyá
Un trono de papel,
por malaprendida, caprichosa, injusta.
Un murmullo de mosca atontada pregunta.
De cara al viento,
la noche amanecida iluminando sus rasgos,
una calma aparente echada en la sangre,
en la penumbra de los fuegos artificiales,
suelta una mueca de corazón enloquecido.

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