domingo, 12 de junio de 2016

Realeza

Hoy cuando fui a correr: una calandria real comia un poco más del cabo y el centro de una manzana empezada y abandonada, daba picotazos y vigilaba a los costados, de a movimientos infinitesimales. Un niño se acerca a unos pasos de ese momento y al motor de un dispositivo inflable de propaganda de huertas organicas. Hay un hombre tratando de encenderlo. La madre: -Valen, alejate de ahi. El ave permanece en su tarea. Me puse a hacer flexiones para poder seguir mirando. El cuello y el pico mediano iban de atrás a adelante y a los costados en fracciones de tiempo cada vez más cortas. Una chica desgarbada caminó cerca. Los jeans le colgaban de holgadez en la cola, llevaba un sweater gris 2 talles más grandes, el pelo desgastado en las puntas también era de color gris y unos borceguíes charolados rojos contra el aplomo de su paso desanimado, contra el asfalto húmedo y las hojas amarillas en el piso, contra el frío de la tarde, el cielo nublado y todas tus formas de decirme que no. El ave sigue comiendo y viviendo su instinto, controla su periferia hasta que otro vuelo la desaparece. Del árbol baja una cotorra y de un picotazo se lleva la manzana

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