lunes, 15 de junio de 2009

¿De a cuántos es vida?

La cabeza entumecida. Los ojos turbios, apenas abiertos. Los ojos de él, más hermosos que nunca, fijos en su memoria. Era todo pelvis. Toda la vida dispuesta a confluir ahí esos días. ¿Y en el embarazo? No se decidía a qué querer al respecto. Las crías del hombre le hacen gracia por la calle, en carritos de a dos, disfrazados de tigre, de bailarina, de súper-héroes, con una espada en la mano, y sus zapatos, sí, claro, sus zapatos.
Dije que la pelvis definía los confines del mundo. Las energías disponibles concentradas en una zona que es vida y lujuria y decepción y manía y obsesión y capricho y martirio y devoción. La pelvis que respira, late, se rehúsa a envejecer y a ser domesticada.
Y cuando muerde: qué miedo!

1 comentario:

  1. No se si me la imaginé o la vi, pero la tengo en la cabeza como si la hubiese visto en mi placard: una remera que dice I Love (p)Elvis. Las hay con todos los peinados. Peluquería de pelvis, nais rubro.

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