jueves, 21 de mayo de 2009

La chica del tiempo

Bueno, ya estamos. Jezi, 5 minutos.
Se cierra la puerta del camerino y Jezi rompe en llanto. Es que no aguantaba más, después de anoche. El baile que tuvo. No se puede, así no, así no.
A ver, cambiá un poco la cara nena, que así al aire no podés salir. Qué te ponés hoy? Dejálo. Ya va a volver…Ahora a todos les agarran estas crisis de existencia y empiezan por la novia, es lo que más a mano tienen. No te preocupes, te digo, no seas boba. Toda una carrera por delante tenés. Me acuerdo que cuando me peleé con mi primer novio, no era tan joven yo, claro. Pero me acuerdo que entonces tenía este jefe gordito. Qué panza que tenía!!! No era de esas enormes de los gordos que se les caen como un labio de esos medio deformes, viste? No, era una panza…grande, sí, pero tensa, siempre tensa. Y su cara? Mejor ni hablar. Bueno…mejor sí. Parecía Pablo Mármol. Te juro. Igual. La cara, el pelito así como con el flequillo que hace de techo, las manitos chiquitas, era bajito también, todo, y medio pardito, así que…completo. Bueno, que este jefe me decía: sabés todos los barrios que te faltan? Tenía razón el gordito. El día que se puso nervioso por el nacimiento de su hija, tuvo un parto complicado la mujer, pobre: se comió un pollo entero él solo. Ese día él dice que empezó a ser gordo. Antes tenía dos hijos, ya. Dos varoncitos. Todos gordos. Se ve que los crió igual que él. Los quiereeeee, uffff, te hablaba todo el día de ellos. Como si hubiera tenido un Mozart, un Schumacher (el corredor) y una …no sé, supermodelo o bailarina clásica de estas que se pasan la mitad de la vida en Nueva York y te vienen a ver, con suerte, para Navidad. Cuando cumplió 50 años le hicieron la fiesta más…sí! bizarra a la que iré jamás: un salón alquilado, los mozos entrando en la fiesta con las bandejas con fueguitos prendidos y destapando las bandejas. Qué traían no me acuerdo. Pollo, seguro. Un tío que leía eternamente unos poemas que qué suerte que me olvidé y tres violinistas. Sí, tres violinistas, antes de largar la pista de baile. Nosotros no lo podíamos creer ahí en la mesa. Y teníamos la sensación tatuada en el rostro, así que imaginate. Qué hacés? Nooo, no…no llorés que se te corre el rímel que te puse recién…A ver, vamos a abrir un poco acá, así te da el aire. Aunque este pasillo tiene cada día más olor rancio. Se debe haber muerto un viejo acá y nadie lo reclama. Yo ni avisaría tampoco, para lo que son…El otro día vino T. No digo nada porque viste acá todas las víboras que hay…Negriííísimo estaba. Más que de costumbre, eh? Se debe haber dormido arriba del interruptor de la cama, el encargado, digo, y por poco lo deja hecho cenizas. Eeees bueno, ya sé. Con eso no hacemos nada igual, eh? Estás mejor ahora, ves? Qué lindo te queda el rosa!!! El esmalte está bien. No, no es mucho. A la gente le gusta. Parecés más señora. A ver…pffff (sopla). Ya estás, no pestanees por un rato. No llorés, nena, con todos los hombres que hay…
Jezi se queda sentada, las manos apoyadas sobre la falda. Su rostro es el gesto que quiere que el día se acabe rápido. Se para, se estira el saco, ve la luz roja que se apaga. Esboza una sonrisa, está del lado derecho de la pantalla con el mapa y las nubes y los soles y los número y los signos de grados.
“Se avecina un temporal por zona norte. Bajas temperaturas para el fin de semana. Nubosidad variable hacia el mediodía con vientos fuertes del sector sur. Poco cambio de la temperatura para lo que resta de la jornada. Y …un frente abierto de sentido común para las mayorías que tanta falta hace, eh? En tiempos pre-electorales…
-Oi…Qué le pasa? Se volvió loca…
Hasta mañana, Joaquín. gracias…”

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