jueves, 16 de abril de 2009

Mía

La miró ese día en la fiesta
La sacó a bailar
Le convidó fuego y un cigarrillo
La invitó un trago
Le habló de Grombowicz
Le hizo dar la vueltita sobre ella misma
Le miró las tetas
Le recitó sobre el estribillo la letra de la canción que sonaba
Le pidió el teléfono
La acompañó a buscar un taxi
La llamó al día siguiente
La invitó al cine, a comer, al bar de un amigo
La acompañó hasta su casa
Le pidió entrar
Le convidó un café
Lo enamoró la manera en que ella cortaba un trocito de limón para agregar a su té
Salieron al balcón
La rodeó con sus brazos
Le corrió el pelo del cuello
La miró a los ojos
Le robó un beso
Lo supo:
Le buscaría un apodo. Sentiría un calorcito al principio del estómago cuando sonara el teléfono y fuera ella. Todo en su casa se haría como a ella le gustara. Le compraría muchos libros y se los dedicaría. Le escribiría canciones. Le regalaría flores. La besaría cien veces más sin remedio. Pasearían los domingos por el parque. Irían a tomar helados y a comer algodones azucarados. Montarían en bicicleta. Contemplarían el amanecer y el atardecer. Se irían juntos al mar. Conocerían otros países. Conocería a sus padres. Les caería muy bien. Se casarían de inmediato. Harían el amor siempre en sitios diferentes. Comprarían una casa grande a las afueras de la ciudad y la pintarían color marrón africano. Comprarían un perro y recibirían una tortuga de regalo. Engordarían. Tendrían dos hijos, un varón y una nena. Los irían a buscar al colegio turnándose una vez cada uno.
(fffffffffffffff. Rewind):
La miró a los ojos
Le robó un beso
Ella le correspondió aquel abrazo, con el único brazo que tenía.

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